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JULIO-2015
ENTREVISTA ENRIQUE BLAY:
Autor del libro:
“EL BEBÉ EMOCIONAL”-Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2 años)
https://editorialcirculorojo.com/el-bebe-emocional/
Dpdo. En Psicología del Desarrollo.
Dpdo., GradoSuperior y Especialista en Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva).
Docente en Talleres y Cursos sobre Gestación, Nacimiento, Crianza y Educación Infantil, bajo la perspectiva del desarrollo emocional del bebé y del niño.
- ¿Qué es el alimento afectivo y la comunicación emocional? ¿Cómo se trasladan estos términos a la vida diaria de las familias?
El alimento afectivo es el equivalente, en el plano psicoemocional, a la comida en el plano fisiológico. Para que el cuerpo de un bebé se desarrolle de forma sana, necesita comida que le proporciona proteínas, hidratos, vitaminas, minerales. Para el desarrollo psicoemocional sano de un bebé, necesita de alimento afectivo que le proporcione confianza y seguridad en él mismo, en los demás y en el mundo que le rodea.
La comunicación emocional es la forma que necesitan bebés y niños para sentirse escuchados y respetados en su forma de ser y sentir. Es el camino también para el desarrollo de la inteligencia emocional que les permita conocerse y aceptarse a sí mismos, conectando con valores como la empatía, la tolerancia, el respeto a los demás, a los animales, a la naturaleza. Es la forma en que se genera una positiva autoimagen y la consecuente e imprescindible autoestima
- En el libro “El bebé emocional” trata por encima de todo de explicar que la felicidad de un bebé y un niño son fundamentales para el desarrollo de todo el resto de sus vidas. A veces pensamos que esta parte de la vida de los niños no es relevante y nos basta con saber que están alimentados y atendidos. ¿Puede explicarnos por qué es tan importante que además estén emocionalmente alimentados?
Es importante porque de ello depende la consolidacion firme y equilibrada de las estructuras neuronales, de los cimientos de nuestro inconsciente en formación. Inconsciente del que nuestra forma de ser y pensar, de nuestra conducta, dependemos en el 80 o 90 % toda la vida. Por eso es fundamental acompañar a bebés y niños, desde la gestación, de forma repetuosa y nutriente para su Ser. Todas las experiencias que atravesamos desde el útero materno hasta los tres años de edad moldean el cerebro, literalmente cambian sus estructuras, y marcan nuestro futuro. Estructuras que acabarán de definirse de los tres a los seis años. La finalidad principal del Alimento Afectivo es cubrir la necesidad más básica de todo bebé y niño: sentirse incondicionalmente amado. Esto significa hacerle sentir valioso, simplemente porque existe y es quien es. Significa mostrarle respeto a sus particularidades, a sus etapas personales de crecimiento y desarrollo, a su forma única y especial de ser y de sentir. Significa mostrarle un modelo relacional basado en el amor, en la empatía, en el acogimiento, en el respeto y la comprensión al otro. Y además, que no es poco, haciéndoles sentir profundamente felices.
- De la forma en que criamos a los hijos en la actualidad fomentamos mucho la técnica del premio y el castigo. ¿Es correcta esta manera de hacer las cosas según su criterio? ¿Se muestra eficaz?
Los bebés y niños, igual que los adultos, merecen como minimo un trato respetuoso. No me imagino a mi mujer castigándome al rincón de pensar porque se me ha olvidado poner el lavavajillas, o he manchado el sofá al derramar el vino. Tampoco castigándome sin ver la tele, o sin salir de casa, o encerrado en el cuarto por cualquier acto mío. Además el castigo no es “comunicación”, es abuso de poder. ¿Quiere decir esto que debe permitirse a los niños hacer lo que les de la gana? Evidentemente que no. Pero también hay que distinguir entre libertad de hacer y libertad de sentir. La primera necesita (y lo necesitan ellos) del aprendizaje de los límites en los actos y palabras. Los limites y las normas se pueden imponer o se pueden explicar. Si se imponen no sirven de aprendizaje. Si se explican, además de las consecuencias de sobrepasarlos (proporcionadas y consecuentes) , les damos la oportunidad de experimentar y de tomar sus decisiones con las consecuencias ya previstas. De todas maneras, bajo mi punto de vista, las normas y límites solo han de implantarse en lo que pueda dañarles a ellos mismos, a los demás, a los animales y a las cosas. Las normas y límites no han de servir para encorsetarlos, limitarlos en sus experiencias, y mucho menos para nuestra comodidad u obediencia ciega a nuestros deseos. Respecto a la segunda, libertad de sentir, no puede haber límites. Podemos limitar un hecho, una conducta, pero siempre repetando su sentir, sus deseos, sus emociones. Las emociones son nuestra esencia. Nos dicen a nosotros mismos y a los demás quienes somos. Sino se aceptan nuestras emociones, se nos rechaza. Y eso, en un niño, es rechazo a si mismo.
- En sus conferencias cuando habla de los niños y su etapa en la escuela desmonta muchos mitos acerca de la manera de educar en los colegios y de cómo se organiza el trabajo fuera y dentro de clase. Los deberes ¿son necesarios? Los niños no rinden más trabajando más horas pero parece que el sistema no se da cuenta de ello. ¿Qué podemos hacer las familias?
Todo el proceso educativo está en revisión. Lo está porque ahora concemos el proceso de desarrollo del cerebro, de sus etapas, y de la percepción emocional que predomina a lo largo de toda la infancia. Sabemos de la importancia del aprendizaje emocional (Inteligencia emocional). No se trata de cuánto de inteligente es un niño, sino qué es lo que hace con lo que tiene. Se había llegado a una sobrevaloración del Coeficiente Intelectual, que al fin y al cabo solo mide la capacidad general disponible para el manejo de abstracciones mentales (palabras, números, conceptos). Pero resuta que hay otras “Inteligencias”, como Lingüística, Lógica, Musical, Visual-Espacial, Kinestésica, Interpersonal e Intrapersonal, Emocional. Tener un coeficiente intelectual elevado no garantiza el éxito en la vida. En cambio, desarrollar desde la infancia capacidades sociales y emocionales capacita a las personas a descubrir su propio valor, a relacionarse de forma armoniosa con los demas, y afrontar las dificultades de la vida.
Las familias debemos tomar conciencia de todo ello e influir y apoyar a las escuelas (que muchas tienen profesionales trabajando duro para este necesario cambio) en la introducción de nuevos modelos educativos.
La educación debería estar basada en la diversión, en la experimentación, en la creatividad. Especialmente hasta los seis años. Los niños deben descubrir y potenciar sus talentos particulares. Las familias debemos dedicarles lo que quizás más cuesta: tiempo. Tiempo de juego, de escucha, de diálogo. Y sobre todo, sobre todo, hacerles sentir incondicionalmente amados.
- Algunas de sus declaraciones más polémicas son las referidas a los trastornos de TDHA y la manifestación que sostiene referida a que muchos de estos trastornos actuales no existen y que los niños están erroneámente diagnosticados. ¿Podría explicarnos mejor a qué se refiere con ello?
Hay un video en YouTube que dice: “Hiperactividad y déficit de atención = niño”. Esta frase define para mi la realiad de este nefasto diagnóstico. Nefasto porque implica que se drogue a esos niños. A los deportistas que se dopan se les expulsa de la competición. A los niños, por ser niños, se les dopa sin ningún reparo.
Atención a la definición de este trastorno según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV): “Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos que no son de sus gustos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas)”. ¡Segun esta definición, tengo TDHA! Os aseguro que cuando estoy en según que reuniones, “de poco atractivo o novedad intrínsecos”, me revuelvo en la silla, o peor aún, me dormiría. Lo mismo cuando tengo que “leer textos largos que no son de mi gusto, o trabajar en tareas monótonas y repetitivas”. Sería cómico sino representara el sufrimiento de muchos niños. A lo mejor el problema no son los niños (que son eso, niños), sino tener que escuchar cosas que no les interesan, de poco atractivo; tener que leer textos que no son de su gusto o trabajar de forma monótona y repetitiva.
Cada niño tiene su particular forma de ser y en ese abanico de posibilidades el problema es que el entorno escolar solo está diseñado para una parte, cada vez más pequeña, de ellos. También el entorno familiar, en ocasiones, no sabe adaptarse a esas particularidades del niño, que necesita de formas de aprender y jugar más motivadoras, más creativas, más experimentales, más atractivas en las formas y los temas a tratar.
Entiendo las dificultades a que se enfrentan los padres de niños que, para las referencias sociales actuales, son “demasiado” movidos. Más aún cuando en el entorno escolar y sanitario no se les ofrecen más alternativas hacia su hijo que la presión, el castigo o la medicación. Entiendo que algunos padres alaben el tratamiento farmacológico y sus resutados, fruto de su desesperación e impotencia ante sus conductas. Pero el problema no se soluciona con pastillas, porque detrás de todo esto hay un niño. Un niño que también sufre con esta situación, consecuencia de sus propias defensas ante un mundo hostil respecto a su forma de ser y sentir. Y esa percepción no desaparece con la medicación. Si acaso, se adormece.
- ¿Podría darnos tres pautas básicas que seguir a las familias que tenemos bebés y niños en edad escolar que podamos cambiar para conseguir grandes cosas?
Pues lo primero que me viene a la cabeza es: conseguir que se sientan incondicionalmente amados. Subrayo “incondicionalmente” porque una cosa es amar a nuestros hijos y otra bien distinta es que ellos lo sientan así. Amor incondicional significa el respeto absoluto a su forma de ser y de sentir. Y no es fácil. No lo es porque nuestras referencias de modelo relacional con nuestros hijos no se ha basado en esta premisa. No lo es porque arrastramos carencias y bloqueos emocionales que nos limitan en nuestra expresión amorosa. Y no lo es porque una herramiena del amor incondicional es la “Comunicación Emocional”, que necesita de intención, conocimiento y esfuerzo para llevarla a cabo. La “Comunicación Emocional” se basa en la escucha de lo que siente el niño, en el no enjuiciamiento de sus emociones, en la empatía y el aprecio hacia su persona.
Por otro lado siempre repito en mis charlas y cursos lo que dice Claudio Naranjo: Hay tres normas básicas para educar:
- Nuestro ejemplo
- Nuestro ejemplo
- Nuestro ejemplo
No debemos olvidar que los padres somos el espejo donde se reflejan nuestros hijos. Somos su principal referencia en todos los sentidos.
Y por último, disfrutar de nuestros hijos. Hacer del camino que recorremos juntos (por un breve espacio de tiempo) un espacio de alegría, juego, diversión. Recuperemos a través de ellos la curiosidad, el experimentar, la vitalidad, las ganas de vivir, la intensidad de los momentos y de la pequeñas cosas, que están aletargadas en nuestro interior. Aprendamos, porque así lo hacen ellos con nosotros, a amarles incondicionalmente.